lunes, 3 de octubre de 2011

DE LAS MAGDALENAS A LOS CUPCAKES

         Como ya ha quedado dicho en la entrada anterior, mis inicios no hacían presagiar, ni por lo más remoto, que los cupcakes y las galletas decoradas me pudieran atrapar como lo han hecho.
         Mis conocimientos y mis elaboraciones culinarias eran, y son, bastante básicas y limitadas, -como le puede pasar a cualquiera que tiene una madre que es toda una artistaza haciendo todo tipo de comidas-, por lo que mi gesto favorito en la cocina era (y es) ¡abrir el tupperware!. Esos cocidos con todo tipo de acompañamientos…, esos pescaditos…, esa carne guisada…, ¡de todo!. Por supuesto que el electrodoméstico favorito, la máquina favorita de toda mi cocina, era el MICROONDAS. Un par de minutos y ya estamos comiendo lo mejor de lo mejor. Ideal.
Me gustaría hacer un pequeño inciso en mi historia para expresar mi reconocimiento a estos dos grandes inventos: el tupperware y el microondas. Mi duda es a quién se le ha ocurrido el invento: a l@s hij@s para largarse de casa de los padres/madres con una preocupación menos o a los padres/madres para largar de casa a los hij@s con una preocupación menos. No creo que sea necesario recordar que la mayoría de las madres lo primero que preguntan al/la hij@ que se va de casa es “¿ya comes bien?”. Por no utilizar la más comprometida, –por lo que se pueda responder- , de “¡A saber qué coño estarás comiendo!”.
Y yo me pregunto, ¿cómo se las arreglaban antes sin los “tupper”?.
Así que lo mío con la comida no pasaba de ser una mera afición y, en algunos momentos, un ejercicio de supervivencia, porque claro, mi madre puede prever que se va de vacaciones y hacer comida suficiente para todos los hermanos. Pero las enfermedades a veces no avisan, y claro, te cogen de lo más desprevenido… aunque siempre puedes encontrar un restaurante con un menú arregladito y a buen precio.
Pero de repente un día me doy cuenta de que en un sitio alejado de la cocina tengo un horno. ¡Cuánto lo tendría usado que cuando voy a utilizarlo resulta que se salta la luz cada vez que lo pongo en marcha!. Y el caso es que estaba nuevo, de no usarlo, claro. ¿Lo arreglamos o lo tiramos?, porque para el uso que se le da, gastar nada en él…
¡Lo arreglamos!. Bendita decisión, digo ahora, porque en su momento no lo tenía tan claro, y una vez en marcha y con lo que nos habíamos gastado, había que hacer algo con él. En otro post os comentaré cómo y cuánto puede cambiar una especie de trastero a partir de que un aparato olvidado recupere su protagonismo.
Empecé con las tartas de manzana de toda la vida, y salían bien. Cada vez mejor. Busqué recetas diferentes y tras hacer unas cuantas tartas me llamó la atención hacer magdalenas. Y resulta que no era fácil. Que si la masa se queda dura…, que si el copete no sube…, (os recuerdo que sigo hablando de magdalenas), preguntas a unas y otras (el facebook es el tercer mejor invento después de los tupper y el microondas) y las magdalenas que suben en todo su esplendor. ¡Ni con mi pareja me había emocionado tanto! (que sí, que sigo hablando de magdalenas). Y riquísimas, además.
O sea que el horno dejó de ser un ad-horno y pasó a ser pieza fundamental en mis creaciones. Magdalenas normales (¡como si fuera fácil esa normalidad!), de chocolate, con pepitas de chocolate, con pasas, con frutas… de toda clase y de todos los tipos.
Las magdalenas se me quedaban cortas y ya hasta me aburrían un poco cuando veo en una imagen una magdalena con una crema por encima. ¡Qué curioso!, ¡qué bonita!, ¿qué es?. ¿CUPCAKE?. ¡CUPCAKE!.
De la manera más tonta llegué a ellos.


        

viernes, 30 de septiembre de 2011

MIS INICIOS. De la Thermomix a la KitchenAid


Soy una chica de Bilbao (bueno ya no tan joven, pero sí en mi mejor edad) que paseándose por internet ha descubierto un mundo muy gratificante: la repostería y sobre todo la creación de cupcakes y galletas decoradas.
Si hace 6 meses alguien me hubiera dicho que los cupcakes y las galletas decoradas se convertirían en una obsesión me hubiera reído.
Lo cierto es que yo estaba mirando por internet información y opiniones sobre la Thermomix. Una amiga la había comprado y no dejaba de contarme maravillas del aparato: hacía de todo ¡y bien y fácil!. Incluso habíamos quedado un fin de semana en su casa unas cuantas amigas para que nos enseñase cómo funcionaba y todo lo que hacía. Es cara, pero parece que merece la pena el esfuerzo: ¡Estaba lanzada!. Una que no puede..., otras que no les viene bien..., lo dejamos para otro día. Como encima el tiempo no acompañó, una de las alternativas fue curiosear por internet. Una imagen que te cautiva, un texto que te convence, un enlace que te sorprende, un comentario sincero, una primera pregunta curiosa, unas respuestas amables..., hasta llegar a conversaciones fluidas y descubrir un mundo para mí oculto hasta ese momento.
Cada página que visitaba me mostraba algo nuevo, cada blog o cada foro en el que participaba me aportaba un mayor conocimiento, y ante todo y sobre todo, me dio a conocer a unas personas magníficas, siempre dispuestas a ayudar.
Por eso, lo primero que quiero hacer es dar gracias a tod@as los que me han ayudado y enseñado, que han sido much@s y muy amables, pacientes y sobre todo, y desde mi punto de vista, auténtic@s artistas. Prefiero no dar nombres por si me olvido de algun@. Gracias a tod@as y en especial a mi compañero de viaje, JON, que me apoya, anima y ayuda en todo.
Volviendo al origen, el hecho es que la reunión de amigas para ver la thermomix en acción nunca se celebró, y que ahora, con lo que he podido aprender y experimentar -y sin quitarle ninguna de sus virtudes a la thermomix-, mi preferencia y mi ilusión es más la KitchenAid. Algún día la tendré, estoy segura, y si tardo algo más será porque no acabo de encontrar la de color rosa. ¡Me encanta!.